domingo, 1 de mayo de 2016



DEVUÉLVEME MIS TRIPAS


 

Juan Pedro era un niño de once años, este niño era huérfano y al momento que se habían muerto sus padres lo dejaron con su abuela que se llamaba Micaela, esta señora era viuda  muy prestigiosa en aquella ciudad debido a que preparaba una de las mejores chanfainas de aquella época, la preparaba lavando muy bien las tripas, el corazón y todo lo que provenía del cerdo y luego las cocinaba y les agregaba todo para que quede muy deliciosa y que les compren en esos tiempos, desde las 4 de la tarde ella comenzaba su recorrido con su nieto, casa tras casa vendiendo la deliciosa chanfaina y Juan Pedro llevaba el canasto donde estaba la chanfaina, todos los días realizaban esta actividad, desde muy temprano Juan Pedro se encargaba de ir a comprar la menudencia y luego la abuelita se iba y la lavaba en el río para luego irla a preparar, Juan Pedro se iba al colegio desde muy de mañana y luego volvía y la abuelita estaba preparando  la chanfaina, luego volvía a la escuela y al momento de regresar se cambiaba y se iban a vender la comida.
De esta manera transcurrieron los años, y Juan Pedro iba creciendo constantemente y empezaron los peligros y las tentaciones, el sueño se le iba quitando y se empezó a meterse en mente lo que sus compañeros decían, la abuelita pensaba en meterlo a la universidad pero le habían mejor recomendado meterlo en un centro artesanal para que tenga un oficio y le sirva de ayuda a su abuelita, sus amigo lo incitaban a Juan Pedro a que se vaya a los juegos por la noche, a jugar naipes y a pegarse algunos tragos, pero él decía que no tenía dinero porque tenía que seguir ayudando a su abuela con el trabajo.
Un día se le ocurrió algo:
-Me quedare con una parte del mondongo y al siguiente día le pidió al pelador de chanchos que le diera un poco menos de lo que le daba, y el señor preguntó

-Qué te pasa muchacho, acaso está malo el negocio.
-Así se ayer se perdió un buen poco de chanfaina que la gente ya no compró
-El señor dijo que lastima muchacho, no sé qué estará  pasando  porque la chanfaina antes a doña Mica le faltaba antes que sobrarle porque su chanfaina es para chuparse los dedos.
-EL muchacho dijo no sé bajando la mirada para ocultar la mentira, y cambiando el tema de la conversación le pidió que le despachara pronto porque se atrasaba de ir a la academia
-El señor le dijo que está bien, aquí está lo que me has pedido.
Eso fue el comienzo de todo esa misma noche la abuela se había acostado pronto porque decía que el primer sueño era el mejor, luego de esto el muchacho salió sigilosamente para reunirse con sus amigos para jugar naipes y tomarse unos tragos, un amigo le dijo, por fin te libraste de las polleras de tu abuela, y todos los amigos se rieron muy fuertemente, luego de esto Juan Pedro entró al juego, con lo cual le decían que gaste y gaste más dinero.
Transcurrió algún tiempo y la abuelita de Juan Pedro notaba que cada vez le llevaba menos mondongo el muchacho, pero el muchacho se disculpaba diciéndole que había subido el precio, llegó un tiempo en que ya no le alcanzaba el dinero y las apuestas lo tenían acosado, entonces él había oído decir que el mondongo del ser humano es casi parecido al del cerdo entonces se armó de valor para ir a ver un cuerpo que habían enterrado esa misma tarde, una noche en vez de irse a la cantina se fue, llegó al lugar y se iba arrepentir de su macabro plan pero se acordó de todo lo que debía entonces se armó de fuerza y valor y fue a buscar el cuerpo, le fue fácil abrir la tumba y con el cuchillo que llevaba le abrió y le sacó todo el mondongo y lo guardó en su bolsa de costumbre, en ese momento le dio ganas de desmayarse por la intensidad del olor, también sudaba frío pero alcanzó a cerrar la tapa de la tumba y salió corriendo a casa en donde puso la funda a un lado de su cama.
No le fue fácil conciliar el sueño, pero lo logró luego de unos minutos escuchó una voz que decía
-¡Devuélveme mis tripas! ¡Devuélveme mis tripas!
El corazón casi se le paraliza pero pensó que solo era un producto de su imaginación y siguió acostado, luego de un momento escuchó:
- Ya estoy llegando a tu casa…. ¡Devuélveme mis tripas!
El muchacho dijo asustado que es esto debe ser que estoy escuchando mal, pero la voz se iba acercando cada vez más y más y esta vez le gritaba:
-Ya estoy en tu puerta ¡Devuélveme mis tripas!

Juan Pedro se envolvió entre las colchas y se puso como un ovillo en la cama. Pero entonces sintió que alguien se le lanzaba sobre él y le dijo
-¡Ya estoy aquí infeliz….! ¡Devuélveme mis tripas! ¡Devuélveme mis tripas! ¡Devuélveme mis triiiiiiiiiiiipas! El muchacho dio un salto de la cama y se despertó mascando espuma.

Había sido una pesadilla que tuvo Juan Pedro, pero no pudo sobrevivir sino contadas horas para narrar lo sucedido, ya que había muerto por un ataque cerebral, prefiero llorarlo así antes que en una cárcel, contaba la abuelita de Juan Pedro, el pueblo quedó horrorizado al oír lo que había sucedido pero luego de esto el pueblo nunca volvió a comer la deliciosa chanfaina de doña Mica, ya que esta nunca más la volvió a preparar, la abuelita murió varios años después en un acilo de ancianos donde permaneció el resto de su vida rezando y pidiendo por un crimen que no había cometido.

(Valdivieso, 1990)

Bibliografía

Valdivieso, T. M. (1990). Relatos. Cuentos y Tradiciones de Loja . En T. Mora, Relatos. Cuentos y Tradiciones de Loja (págs. 115-122). Loja: No tiene.

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